Paramos a comer en Behompy. Desde allí, vamos todo el camino junto al cauce del río Fiherenana que ahora está muy bajo.
La pista es muy estrecha y cruzarnos con un carro es un problema.
Llegamos a Manjala donde se acaba la pista transitable. No es un sitio al que vayamos muchos blancos, los niños vienen a vernos.
Toda la vega del río es muy fértil.
En Madagascar se encuentran muchos camaleones.
Como hemos hecho mucho trayecto en coche, podemos parar a darnos un bañito.
Segundo cruce del río. Ahora cubre muy poco. En su verano aquí puede cubrir 1,5 metros o más.
En el pueblo nos reciben los gansos, aunque estos con malas intenciones. Este me picó después de tomar la foto. ¿Sería por un problema de derechos de imagen?
El pavo se pavoneaba.
Lo primero que hicimos fue visitar la escuela, que fue construida por nuestra ONG además del pozo del pueblo.
Ely además del maestro es el jefe de la aldea.
La vida en el pueblo discurre con toda la gente reunida en la 'plaza mayor', un claro en medio de las casas.
Se dedican a tareas domésticas. Aquí machacan maíz para hacer harina.
De aquí no se escapa.
Tenían peluquero.
Y yo las barbas demasiado largas.
Me dio un buen apurado. Precio del corte 80 céntimos de Euro. Desde luego como se pasan con los turistas :)
El pollo de nuestra cena recién desplumado.
Aquí están limpiado pescado.
Desde luego el pollo sabía a pollo.
La noche fue incómoda con una simple esterilla.
Por la mañana, nada más levantarnos vimos a las niñas esperando fuera. Nos habían traído café.
Las vistas magníficas.
En el pueblo la vida sigue con la misma rutina.
De vuelta otra vez para Tulear.
Aquí están preparando una barrera que les servirá para pescar.
La iban haciendo cada vez más grande, pero nos fuimos antes de saber como pescaban.
Al llegar a Manjala este pequeño nos miraba con recelo. ¿Quienes son estas personas descoloridas?
Aunque no todos recelan :)
Al final en Behompy comimos algo y tomamos café con unos sabrosos pasteles.
Aunque este ha sido mi sexto viaje a Madagascar, siempre descubro cosas nuevas y sobre todo siempre disfruto de la compañía de los malgaches. Es el país más seguro de África y la gente es de una simpatía y una hospitalidad con el extranjero, que hace del viaje una experiencia tremendamente positiva. Esperemos que dure mucho y ¡Hasta la próxima Madasgacar!
No hay comentarios:
Publicar un comentario